Los tratamientos fundamentales cuando hablamos de Enfermedad Renal Crónica Avanzada, son:
¿Qué es la diálisis?
A medida que evoluciona la enfermedad renal crónica va disminuyendo la función de los riñones. La prueba que se utiliza con más frecuencia para medir la función renal se llama aclaramiento de creatinina o filtrado glomerular. Cuando esa función de los riñones está por debajo del 25-30% se llega a la situación conocida como etapa ERCA (nombre que proviene de Enfermedad Renal Crónica Avanzada) o etapa prediálisis, generalmente en esta etapa se intensifican los controles analíticos y las visitas de seguimiento.
La progresión de la enfermedad renal crónica se ve influida por un gran número de factores; aspectos tales como la alimentación, el estilo de vida y la medicación, entre otros, pueden hacer que la evolución sea más lenta.
La aparición de signos y síntomas en la enfermedad renal suele ser muy tardía, es decir, no es hasta estadios muy avanzados cuando la persona suele notar alguna manifestación, además estos síntomas suelen ser muy poco específicos (dolor de cabeza, cansancio, mal estar general, picores, nauseas, …), y esto dificulta el poder diagnosticar esta enfermedad lo antes posible. En muchas ocasiones la enfermedad se diagnostica casualmente en una analítica rutinaria que se le hace a esa persona (como en las revisiones de empresa), sorprendiendo los resultados de la analítica a esa persona, quién, habitualmente, no tenía ningún signo o síntoma de enfermedad.
Objetivos de la diálisis
Los objetivos fundamentales de la diálisis son:
• Depurar las sustancias que están acumuladas en la sangre.
• Adquirir algunas sustancias que pueden estar bajas en la sangre (por ejemplo, en algunas ocasiones podemos aportar calcio de esta forma.) Eliminar el líquido acumulado en exceso.
La diálisis
La diálisis, es el término médico utilizado para definir el proceso artificial de filtración de los productos de desecho y la eliminación del exceso de líquidos acumulados en el organismo. En este proceso se pretende eliminar tanto las toxinas de la sangre (urea, creatinina, ácido úrico, fósforo, potasio, sodio, etc.) como el exceso de líquido que no se puede desechar por la orina, debido a que los riñones no funcionan correctamente.
La diálisis es una técnica basada en unos principios físico-químicos. Imaginemos por un lado la sangre con todo el acumulo de toxinas y por otro lado un liquido limpio, que vamos a llamar líquido de diálisis, pues si colocamos entre ellos una membrana semipermeable (es decir que tiene pequeños poros) se a producir el paso de toxinas de donde hay más cantidad a donde hay menos (en este caso pasarían de la sangre al líquido de diálisis), produciéndose por tanto la depuración de esas toxinas. Este paso de sustancias dependerá de varios factores, tales como de la cantidad de esas sustancias en ambos líquidos, de las características de la membrana semipermeable (como su superficie, permeabilidad), del tiempo de contacto.
Tipo de diálisis
La hemodiálisis:
Etimológicamente, “hemo” es una palabra griega que significa sangre y “diálisis” significa proceso de filtración, por lo tanto el término hemodiálisis no es más que un proceso de filtrado de la sangre.
La hemodiálisis, fue el primer sistema que se ideó para sustituir la función de los riñones allá por el año 1943 gracias a Kolff (médico holandés que diseñó el primer riñón artificial), siendo hoy en día la técnica más frecuente de inicio en todo el mundo en el tratamiento de pacientes con enfermedad renal crónica (ERC). Se utiliza como tratamiento crónico, alternativo a la diálisis peritoneal y, en ocasiones, previo al trasplante renal.
Se calcula que casi un millón de personas en todo el mundo, y más de 48000 en España, están incluidas en programas de hemodiálisis periódica. Es conveniente recordar que en la mayor parte de los países del Tercer Mundo no existe este costoso tratamiento por la carencia absoluta que tienen de Servicios Sanitarios.
Grosso modo, la hemodiálisis es un procedimiento mediante el cual la sangre se conduce por medio de unas líneas desde el cuerpo hasta una máquina, llamada también “riñón artificial” o monitor, en la que después de atravesar un filtro de limpieza (membrana artificial o dializador) que permite recoger las sustancias tóxicas de la sangre y aportar otras beneficiosas, es reenviada de nuevo al cuerpo.
En cada sesión, los profesionales de Enfermería son los encargados de conectar al paciente al riñón artificial para que éste realice su función.
La diálisis peritoneal:
La diálisis peritoneal es una técnica domiciliaria, el paciente la realiza en su domicilio, previo aprendizaje de la misma. La hemodiálisis se realiza generalmente en un centro sanitario, ya sea en un hospital o en centros específicos de diálisis que hay fuera de los hospitales, aunque también podemos encontrarnos con algunas personas que realizan la hemodiálisis en su propio domicilio. Aunque como hemos comentado existe la posibilidad de hacer hemodiálisis domiciliaria, hace falta hacer un estudio más pormenorizado de esa persona para poder hacer esta opción de diálisis. Tras estudiar toda la información de los dos tipos de diálisis expuestos en los diferentes apartados, surge inevitablemente la pregunta de cual de los dos sistemas de diálisis es mejor; la respuesta es que no hay uno mejor que otro, cada una de las opciones tiene sus ventajes e inconvenientes, pero no cabe duda de que habrá una que se adaptará mejor que otra, tanto a las condiciones del paciente como a la forma de vida que éste desee llevar. Antes de decidirse es importante entender bien todos los factores relacionados con las distintas opciones de tratamiento, recordar que no está solo, y que opte por la opción que opte, existe un equipo sanitario que está constantemente siguiendo su situación. Una vez analizadas detenidamente las opciones con sus sanitarios, será el momento de decidir el tipo de tratamiento que más le conviene.
Un trasplante es sustituir un órgano o tejido enfermo por otro que funcione adecuadamente. Hoy en día constituye una técnica médica muy desarrollada que logra magníficos resultados para los receptores. No obstante, necesita obligatoriamente la existencia de donantes. Sin la solidaridad de los donantes no hay trasplantes. Los españoles, un ejemplo imitado. El español es un pueblo solidario. España es el país con mayor tasa de donación de todo el mundo. Las donaciones se realizan siempre de forma altruista y todo el proceso es cubierto, desde el punto de vista económico, por el Sistema Nacional de Salud. Estas bases de funcionamiento nos proporcionan el privilegio de tener mayores posibilidades de obtener un trasplante en caso de necesitarlo. El modelo español de funcionamiento de los trasplantes es considerado mundialmente un ejemplo a imitar, que de hecho se está implantando en gran parte del mundo. Pero ser un modelo de solidaridad no puede servirnos para dar la espalda a la realidad. Cada día hay más personas que necesitan ser trasplantadas para seguir viviendo. Aproximadamente el 10% de los receptores fallecen mientras esperan recibir un órgano. Todos iguales. Está garantizado. En España la donación y el trasplante se encuentran regulados por la Ley de Trasplantes que garantiza entre otros, dos aspectos fundamentales:
• Altruismo de la donación: nadie puede donar ni recibir un trasplante con otras intenciones o medios que no sea la solidaridad altruista.
• Equidad en el acceso al trasplante: todos tenemos el mismo derecho y las mismas posibilidades de recibir un trasplante, independientemente de nuestro lugar de residencia o de cualquier otra coyuntura personal. Esto es así, porque existe una red nacional de coordinación y trasplantes, sometida a rigurosos controles para verificar la igualdad de todos los ciudadanos.
¿Quién tiene acceso a un trasplante? Personas enfermas que sufren un daño irreversible en uno de sus órganos (hígado, corazón, pulmón, intestino, páncreas y riñón) y no pueden curarse con otro tipo de tratamiento médico. El trasplante es la única solución para evitar su muerte o para llevar una mejor calidad de vida. Cada paciente incluido en lista de espera es valorado de forma individual por el equipo de trasplante de su hospital de referencia. Ellos mejor que nadie pueden responder a sus dudas sobre los posibles tratamientos.
¿Cuánto cuesta un trasplante? Al paciente no le cuesta nada. El órgano donado es trasplantado gratuitamente, sin que influya la condición social o económica del paciente que lo recibe. Toda la terapéutica que implica un trasplante (incluida la medicación inmunosupresora post-trasplante), es sufragada por el Sistema Nacional de Salud, y las respectivas Comunidades Autónomas dónde se llevan a cabo los trasplantes. Listas de espera y criterios de asignación de los órganos. Los criterios de asignación de los órganos (también denominados criterios de distribución) se encuentran disponibles en nuestra página web. Con el fin de garantizar los principios de igualdad y equidad los criterios se establecen teniendo en cuenta dos aspectos fundamentales: aspectos territoriales y aspectos clínicos. Los criterios territoriales permiten que los órganos generados en una determinada área o zona, puedan trasplantarse en esa misma zona, para disminuir al máximo el tiempo de isquemia (que es el tiempo máximo que puede transcurrir entre la obtención del órgano y su implante en el receptor). En los criterios clínicos se contemplan la compatibilidad donante/receptor y la gravedad del paciente. Existe un criterio clínico que está por encima de los criterios territoriales, la “urgencia 0”. Un paciente en “urgencia 0” tiene prioridad absoluta en todo el territorio nacional. Si no hay “urgencia 0”, los órganos se asignan respetando los criterios territoriales. El equipo de trasplante decide, dentro de su lista de espera, qué paciente es el más indicado para recibir el órgano, siguiendo los criterios clínicos: compatibilidad del grupo sanguíneo, características antropométricas, la gravedad del paciente, etc.
El tratamiento conservador es un plan que sirve para tratar los síntomas de la enfermedad renal terminal mediante fármacos, cambios en el modo de vida y otros tratamientos.
Es decir, en este tipo de tratamiento no se reemplaza la función renal, no se hace diálisis y los riñones dañados del paciente siguen deteriorándose. De esta manera, el tratamiento permite que los riñones sigan funcionando el tiempo que la enfermedad renal lo permita.
La decisión de optar por el tratamiento conservador debe ser una decisión consensuada con la persona y la familia.
A las personas que se les propone el tratamiento conservador, en lugar de un tratamiento sustitutivo, presentan otros problemas médicos o un estado de salud delicado como ser una persona de edad avanzada, padecer otras enfermedades graves o seriamente invalidantes que ofrecen un mal pronóstico o tener una expectativa de vida no muy larga.
Es posible que en estas circunstancias estas personas consideren insuficientes los beneficios de la diálisis para el manejo de su enfermedad en comparación con el esfuerzo que conlleva.
Numerosos estudios demuestran que en pacientes con estas características, la diálisis no mejora el pronóstico, y con un tratamiento conservador pueden mejorar su calidad de vida en el sentido de tener un mayor control de los ingresos hospitalarios; se reducen el número de visitas a urgencias por complicaciones y no se realizan procedimientos invasivos con punciones venosas o colocaciones de catéteres.
Esta información no pretende sustituir las recomendaciones de tu médico. Ante cualquier duda consulta con tu nefrólogo.